Dime, ¿en verdad lo sientes? –En la habitación, apenas iluminada por el halo de luz proveniente del farol que quedaba cruzando la calle, se llegaba a distinguir, en el interior, la figura de una persona sentada, con la cabeza gacha, apoyada sobre sus manos.
–Es que, ¿acaso no te das cuenta de que ésto que tienes, es lo que decías querer?
–
Así es- decía la mujer en tono lastimero, mientras más se hundía sobre una silla improvisada de un cajón de madera perteneciente, sin lugar a duda, a un viejo y exiliado escritorio. Vidrios crujían conforme se movía–
yo... Yo lo amo.
–¡Ja!
ni siquiera tienes un parámetro con qué defender semejante estupidez. ¿Cómo puedes hablar de amar a... ¡éste! –dijo, mientras señalaba despectivamente un punto en medio del cuarto el cual, se mantenía oculto entre la sombra –Encuentro absurdo que hables tan holgadamente sobre una emoción que tan poco conoces... de hecho -continúo mientras la observaba de forma despectiva deteniéndose en su mirada- estoy segura que no significa lo que tú crees que es.
Ahora la mujer sobre el cajón, iba inclinándose hacia su derecha, evitando el susurro de su amenaza. El crujir de los restos del espejo se amoldaba con su peso.
–¡Vamos!, ¡Anda! ¡míralo ahí!... está tan roto como tu reflejo
.
Con cierta aversión, ella ojeó el piso que, con dificultad, destellaba sobre tanta oscuridad, y tan pronto su mirada encontró un trozo de espejo, que le regresaba su misma mirada atormentada, retiró su vista al instante.
Una mujer con cabello oscuro suelto por tramos, ojos redondos y pequeños, nariz algo perfilada, su boca, igual de discreta que ella, tenía la peculiaridad de estar delineada de un tono más oscuro. Era una mujer delgada y... desde su postura se veía algo diminuta. El tamaño insignificante de la mujer pudiera ser debidio a su cobardía y falta de carácter pero estaba oscuro y asegurar cualquiera cosa podría resultar indigno.
–Por supuesto que sé... es... es este arrebato por tenerlo cerca de mi, de quitarme la angustia de que su mente no me pertenezca, amar es matar con tal de ser amado... amar es–
–Amar, querida -la interrumpió- podría ser todo, menos los caprichos que mencionas. Amor es lo que ahora huye de ti, lo que te formó... pero... je, ¡claaaro! la niña no supo lidiar con tanta fuerza y terminó encontrando la forma de aniquilarla.
15 años y ya habías hecho dos prácticas en la materia. Siete años después y mírate toda un experte... ¡cinco cargos de conciencia sobre ti ya llevas!
Hizo una pausa mientras penetraba la sombra a donde había señalado –Mira... echále un ojo. Creo que esto fue todo – la mujer lloraba y se lamentaba de lo sucedido.
–Lloras... ¿Ahora es que lo sientes?
–Si
–Pues de mucho nos vino a servir.
Un estruendo resonó sobre la calle despejada. Las palomas, que descansaban dentro de los viejos edificios, volaron al momento.
En la habitación de un hotel olvidado, en donde poco alumbraba un viejo farol, yacían dos cuerpos sobre los restos de lo que, en algún momento, parecío haber sido parte de un hermoso tocador.
***
El problema con la relatividad de pensamiento es que lo que se defienda podrá ser objetado dependiendo desde qué perspectiva se vea y si esto es así, me pregunto, ¿qué no todo cuanto sucede tiene, entonces, su permisibilidad?
-Por cierto, muchas fueron mis fuentes de inspiración... hay dos frases -como el título y una línea que se dice a mediados- que me robé calzonudamente de uno de los mejores personajes que conozco (lol, es que a estas alturas ya digo que todos somos personajes y bueno... luego yo les añado un poco más de sal u otro condimento para ver en que se transforman, claro todo en mi mente de Play-Doh...). El tema surge de conflictos internos a los que se le suman los de amigas... tranquiiilos ninguna tiene ese grado de obsesión jaja... afortunadamente nos desahogamos por diversos medios :D
Espero sus comentarios ;)
13:47
Mercedes O'Sullivan
